VIGILIA DE NAVIDAD Y NATIVIDAD DEL SEÑOR
Lecturas de la Nochebuena: Isaías 9,1-3.5-6 // Salmo 96 // Tito 2,11-14 // Lucas 2,1-14
Lecturas de la Navidad: Isaías 52, 7-10 // Salmo 97 // Hebreos 1, 1-6 // Juan 1, 1-18
Queridos hermanos y hermanas, quiero comenzar mi reflexión en esta noche santa de la Nochebuena y en el día de la Navidad, con las palabras que la misma liturgia nos propone como anuncio del único y gran acontecimiento: "El Nacimiento del Hijo de Dios, Jesús":
Hermanos,Son palabras preciosas que nos quieren hacer caer en la cuenta de la importancia del acontecimiento que hoy celebramos, Jesús ha nacido en Belén, el Niño Dios está en medio de nosotros, el Creador del Universo en unión al Padre y al Espíritu Santo, se encarna en las entrañas purísimas de la Virgen María y nace tomando la condición humana. En todo semejante a nosotros menos en el pecado. VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE, ese es el gran Misterio de la Navidad. Ese niño que está en el pesebre, que está entre un buey y una mula, ese niño ¡es DIOS! ¡Sí, Dios con nosotros!
Esta noche, parecida a tantas otras,
es única.
Pues en esta noche,
cuando la tierra había olvidado su principio,
se encontró con su Creador;
cuando el hombre no recordaba sus raíces,
recibió la visita de su Hacedor.
En esta noche se cumplió la promesa que,
para todos,
Dios había hecho a Abraham.
Y David, aquel pastor que llegó a ser rey,
vio nacer al único pastor,
al definitivo Rey.
En esta noche,
aquel pueblo, que estaba encadenado en la esperanza,
pudo ver y escuchar al que había sido anunciado:
al Mesías, el Cristo, el Salvador.
En esta noche,
la inmensidad se hace pequeñez,
la infinitud, fragilidad,
la eternidad, tiempo.
Pues, hoy, cuando hacía 42 años
que el Emperador César Augusto
regía los destinos del mundo;
y cuando hacía 752 años que Roma había sido fundada,
en Belén de Judá,
de María, la Virgen Madre,
nacía el Hijo de Dios,
llamado Jesús de Nazaret,
para reinar en los corazones de los hombres.
En esta noche,
el Creador se hace hombre,
la Palabra se hace carne,
el pecado se vuelve Gracia
y la muerte, Vida.
En esta noche,
una inmensa Luz nace
para que los hombres se encuentren a sí mismos
caminando con el resplandor de la Verdad.
El Amor rompe barreras
y Aquel Dios lejano será llamado PADRE.
En esta noche nos reunimos aquí,
porque hemos oído la voz de quien nos conoce.
Que el calor de nuestros corazones
haga vibrar las paredes frías de este templo;
que la alegría de la salvación,
que trae el buen Jesús,
permanezca para siempre.
Que todo hombre de buena voluntad
haga nacer de nuevo en su interior
al Padre del cielo
que hoy nace en la tierra
para dar Vida.
Hoy, en esta noche,
al celebrar el nacimiento de Dios,
celebremos nuestro propio nacimiento.
Por eso, hoy, es el día grande
de la Navidad de todos los días.
¿Podemos tener algo más grande en nuestra vida? ¿Puede acontecer algo más grande en nuestra historia? Nada, porque nada hay más grande que Dios, Dios hecho hombre para estar cerca de nosotros.
Jesús viene hoy para quedarse en todos los corazones que se abran a su presencia, estará con los enfermos, con los que sufren, con los que están lejos de sus hogares, los que no tienen familia, los que están en la calle, los pobres e indigentes... con todos estará el Señor hoy si abren sus vidas a su presencia. Estas personas que sufren, pueden también experimentar que Dios caldea sus corazones, que incluso en ese sufrimiento está Dios con ellos. El otro día me comentaba una persona a propósito de la muerte de un ser querido: ¡Qué duro tiene que ser la muerte para el que no tenga fe! porque yo estoy sintiendo en medio del dolor la presencia serena y amorosa de Cristo, que me sostiene, me consuela y me llena de Esperanza.
Es una verdera pena que la Navidad la hayamos convertido en una fiesta pagana del derroche, el consumir y el gastar por gastar. Es algo inconcebible, que hoy no tengamos presente a Cristo en nuestras casas, que no le recemos, que no le demos gracias, que no lo vivamos cercano...
Quiero que el Señor os colme de su presencia en este día tan entrañable, que Él habite en vosotros y en todos vuestros seres queridos, cada minuto de vuestra vida, que estéis siempre cerca de Dios y viváis la Alegria de su presencia.
Como padre y pastor del Beato Álvaro de Córdoba, quiero desear a todos los que viven en este barrio, creyentes y no creyentes, que amáis la parroquia y los que no vienen normalmente, a TODOS:
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