Epifanía del Señor
Lecturas: Is 60, 1-6 // Salmo 71 // Efesios 3,2-3a. 5-6 // Mateo 2, 1-12
Celebramos hoy la Solemnidad de la Epifanía del Señor. Esta solemnidad es la celebración más antigua en la liturgia de las fiestas navideñas. En el Siglo IV, se celebraba más esta fiesta que el mismo día del nacimiento de Cristo. Epifanía es una palabra griega que significa manifestación pública, entrada triunfal, milagro portentoso.
Teniendo en cuenta el significado de la palabra ya podemos intuir la grandeza de la solemnidad que celebramos, la manifestación universal de la Salvación, el portento del Dios hecho hombre, nacido en Belén para la salvación de todos los pueblos. La entrada triunfal y gloriosa de la divinidad en la historia.
Epifanía es abrir al mundo entero la salvación que Dios nos trae en Jesucristo.
El pueblo de Israel, el pueblo elegido por Dios dese el patriarca Abrahám, confiaba plenamente en la promesa de Salvación que Dios le había hecho a David: "De tu estirpe nacerá el Mesías" el salvador de tu pueblo. Pero la Salvación que Dios nos trae no es sólo para el pueblo de Israel, ellos solos no son los merecedores de la salvación, esa salvación se abre a todos los pueblos de la Tierra. Es Salvación Universal. El pueblo de Israel ya no es el único heredero de la Promesa, todo el mundo está llamado a participar de la Salvación que Cristo nos trae.
El pueblo de Israel sigue esperando al Mesías, esperando la llegada del cumplimiento de las Promesas. No reconocen a Cristo como el Hijo de Dios Vivo.
La solemnidad que hoy celebramos, es la prueba del amor infinito de Dios por toda la humanidad. Los tres reyes magos, que vienen a adorar a Cristo, cada uno de una raza y una cultura distinta, representan a toda la humanidad.
En el relato de la adoración de los Reyes Magos se nos desgranan las condiciones necesarias para encontrar a Cristo:
Le ofrecen Oro, Incienso y Mirra. Oro, porque nada material es más importante que el estar en la presencia de Dios. Si el oro se asocia a poder, riqueza, coronas reales, etc. todo eso simbólicamente es puesto a los pies del Niños Dios, en esa ofrenda del Rey Mago. Incienso, usado desde siempre como signo de adoración y de alabanza a los dioses de todas las religiones. El incienso es un reconocimiento de la divinidad de Jesús, es postrarse para incensar y adorar a Dios que se ha hecho hombre por nosotros. La Mirra, usada en Oriente como perfume y como "ambientador". Se usaba para dar buen olor a las casas, a los palacios. Al ofrecer mirra a Jesús, se está reconociendo su humanidad, su ser verdaderamente hombre, es reconocer que aquel niño es VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE.
Hoy nosotros hemos visto la estrella de la Navidad, se nos ha anunciado que Cristo ha nacido, que es la Salvación de nuestras vidas. ¿Estamos dispuesto como los Reyes Magos, a ponernos en camino, buscarle sinceramente, y vivir adorándole siempre? ¿Somos capaces de reconocerle como nuestro rey y Señor, como nuesro Dios y Salvador, como nuestro hermano y amigo?
6/1/10
Epifanía del Señor 2010
Pensad por un momento lo que tuvo que ser esa escena: Los reyes después de un duro y largo camino llegan a Belén. No se encuentran un palacio, una aparición de ángeles, un ejercito formado para rendir honores... se encuentran un pesebre, ganado, y entre las pajas de ese pesebre al Niño Dios. Seguro que si nos hubiese pasado a nosotros, con nuestra mentalidad científica, nos hubiésemos decepcionado y marchado. Pero los Reyes Magos se postran ante él, lo adoran como al Hijo de Dios, lo adoran porque en su corazón saben ciertamente que aquel pequeño desvalido es el Mesías.
Tomás Pajuelo. Párroco
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