Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

6/3/09

Necesidad de orar: la Fe

Imagen del cuadro 'Manos que rezan', de Alberto Durero (1508)

La fe cristiana no es un simple asentimiento en dogmas abstractos. La fe cristiana es un don de Dios, una revelación divina que tiene que ser aceptada y vivida por el hombre. Fe es una manera de vivir un estilo de estar en la vida. Cuando la fe es auténtica cambia nuestra vida y ponemos todas nuestras cosas en mano de Dios. La fe en Dios es una fuerza poderosa que nos sostiene en las dificultades y nos ayuda a realizar acciones admirables.

Cuando la fe es dar a Dios lo que sobra, unas migajas de obligado cumplimiento, cuando nuestra vida no cambia y a Dios lo mantenemos en una raya fronteriza que le hemos marcado, lo tenemos ahí como recurso para nuestros casos de emergencia, esa fe no nos llevará a descubrir el fascinante rostro de Dios.

Abraham creyó contra toda esperanza, su fe parece una locura mirada desde el no creyente ¿por qué salir de su tierra donde estaba acomodado y lo tenía todo?

La fe de Abraham sólo se entiende desde la clave del amor. Toda la historia de Abraham se entiende desde la fascinación que este misterioso Dios ejerce sobre él. Abraham sale de su “tierra” porque se fía plenamente de la persona a la que ama.

Salir es responder a la llamada de Dios, significa ponerse en camino. Salir obliga a dejar lo superfluo y soltar todo lo que nos ata, es abandonarnos en sus manos porque lo hacemos fiados de la Palabra de Dios que sabemos nos ama: “No temas, yo estaré contigo”.

Pero la fe no vive de rentas, hay que salir constantemente al encuentro de Dios mediante la oración en el trato íntimo, hablando con Él y escuchándolo como hacemos con un amigo. Es en ese trato íntimo con el Señor donde nuestra fe se hace fuerte. Esa fe que sin sentir ni ver es vida en nosotros, porque admitimos su poder, su bondad, su amor , y obramos como hijos, consciente de quien es nuestro Padre.

En la oración le pedimos a Dios su luz, sus ojos para mirar y ver la vida desde su lugar, hay que dejarle a Dios espacio para que pueda reconducir nuestra vida. Y abandonándonos en ÉL y sintiéndonos pobres y débiles.,

Podríamos estos días orar repitiendo con frecuencia alguna jaculatoria referente a la fe. Por ejemplo «Señor, creo pero aumenta mi fe», «Señor yo me fío de ti», «Señor yo me abandono a ti» o cualquier otra oración que se os ocurra.

En estos días podríamos meditar sobre textos que nos hablan de la fe como:
Hebreos 11, 1-40 - Mateo 8, 5-13 - Salmo 90 - Romanos 16, 25-27 - Hechos 16, 29 - Filipenses 1, 27-30 y Salmo 84.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.