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10/3/09

Necesidad de orar: la Virgen María

Virgen María. Giovanni Battista Salvi da Sassoferrato (1640-1650)

¿Quién fue María? Fue la mujer que dio un SÍ a su Señor y luego fue fiel a esa decisión hasta las últimas consecuencias y hasta el fin de sus días. Fue la mujer que extendió un cheque en blanco, la que abrió un crédito infinito e incondicional a su Señor Dios y jamás se volvió atrás ni retiró la palabra.

La Biblia nos presenta a María como una joven de profunda vida interior. Cuando el ángel le anuncia la maternidad divina ella queda desconcertada pues no conocía varón, pero llena de humildad, María se entrega a la voluntad de Dios. «Soy una sierva de Dios; hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 38)

Con esta declaración se ofrece en las manos del Padre, pase lo que pase, aceptando todos los riesgos. En ese HÁGASE se entrega sin reservas aceptando cualquier emergencia querida o permitida por el Padre. Con ese HÁGASE, la Señora decía de hecho amén a la noche de Belén sin un sitio donde cobijarse; amén a la huida a Egipto, un país desconocido; amén al silencio de Dios durante los treinta años de la vida oculta de Jesús; amén cuando las fuerzas políticas, religiosas y militares arrastran a Jesús al torrente de la crucifixión y de la muerte.

Junto a la cruz de Jesús es donde la fe de María alcanza su máxima expresión. Nuestra Señora, estuvo al pie de la cruz, uniendo su corazón a los sufrimientos de Jesús.

El estar de pie es una postura que manifiesta las realidades internas del corazón de María. Al estar de pie, ella nos reveló la fortaleza e integridad, el amor por Dios y la humanidad y su fidelidad a la misión que se le había encomendado, aunque el sufrimiento traspasara su corazón.

En la hora más oscura, el Corazón de María, no fue empañado por la desesperación, odio o duda, sino que más bien manifestó las virtudes opuestas y es por ello que puede llamarnos a imitar esas virtudes en nuestros propios sufrimientos.

Tres pilares sostuvieron a nuestra santísima Madre al pie de la Cruz; su fe inconmovible, su firme esperanza y su amor profundo a su Señor. Si alimentamos esas tres virtudes seremos capaces de hacer lo que nuestra Madre hizo en el calvario, estar de pie al lado de en nuestras propias cruces.

Para hacer la oración estos días podemos coger una estampa de la Virgen o de Jesús, a se posible, crucificado. Mirarla detenidamente y ver que me dice esa Imagen, que virtudes me enseña y como debo yo comportarme a la vista de lo que en estas Imágenes veo.

Estos son algunos textos que nos hablan de la fe de María: Lucas 1, 39-45 - Lucas 1, 41-52 - Mateo 2, 10-16 - Salmo 118 - Juan 19, 25-27 - Salmo 145.

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