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17/3/09

Necesidad de orar: por el abandono a la paz

Mano de un niño cogiendo la de su padre

La voluntad divina es la regla suprema de nuestra vida, la norma del bien, de lo mejor. Pero para aceptar la voluntad de Dios hay que tener fe en Él, conocerlo y amarlo. Jesús vino a decirnos que Él conocía bien a Dios y con sus enseñanzas y parábolas nos fue mostrando el auténtico rostro de Dios. Nos hizo ver que es un Padre amantísimo que es ternura, misericordia, perdón, acogida; nos ama tanto que no dudó en enviarnos a su propio Hijo para entregarlo a la muerte y muerte de cruz para que nos redimiera de nuestro pecado.

Ahora bien, como el Padre amaba al Hijo y el Hijo amaba al Padre, necesitaban estar unidos en la oración porque la oración no es otra cosa sino el trato íntimo de tú a tú con la persona que amas. Si nosotros no tenemos esos encuentros en intimidad con nuestro Padre Dios, dónde le contemos nuestras cosas más íntimas; esas que no somos capaces de contar a nadie, bien porque nos da vergüenza o bien porque no nos fiamos, es porque nuestra fe es solamente una fe teórica, no es una fe práctica; esa que cada día nos va haciendo aceptar los acontecimientos con paz y poniendo todas nuestras inquietudes y sufrimientos en las manos de nuestro Padre.

El abandono es la única fuente de paz cuando todos esos pensamientos negativos que tenemos en la mente, que rumiamos incesantemente, que no nos dejan dormir y que nos quitan la paz, los abandonamos en las manos de Dios y nuestra mente queda vacía y la paz vuelve a nuestro corazón.

Jesús en el huerto de los olivos, en la noche de la pasión, se lleva con Él a los más íntimos de sus discípulos, necesitaba compañía en esos duros momentos y les dice: «Siento una tristeza mortal. Quedaos aquí y velad». Toda persona en los momentos duros de su vida necesita tener cerca a los más íntimos. Pero aquí vemos como los amigos no pueden ayudarle y sólo en la oración suplicando al Padre es donde encuentra el consuelo y da su “HAGASE” y la paz inunda su corazón, ya no tiene miedo porque sabe en quién ha confiado.

Entreguemos todos nuestros problemas y sufrimientos a nuestros a nuestro Padre Dios y la paz vendrá a nosotros.

Los textos que podemos meditar y orar estos días son: Jeremías 18, 1-6 - Job 42, 1-6 - Salmo 131 - Marcos 14, 32-42 - Mateo 18, 1-5 - Salmo 31 y Salmo 23.

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