Domingo XXII del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 31 de Agosto.
Lecturas: Jeremías 20, 7-9 // Romanos 12, 1-2 // Mateo 16, 21-27
El domingo pasado escuchábamos como Jesús concede la potestad ministerial a los apóstoles. Pero el camino que les pide seguir no es un camino de rosas. Hoy escuchamos en el evangelio que Jesús no llama a sus discípulos a reinar, a ser poderosos, a mandar por mandar,... Les dice "ven y sígueme" y les muestra el camino que va a seguir Él mismo. Camino de Cruz, de entrega, de traición, de sufrimiento, de escarnio, de Pasión.
El que quiera ser mi discípulo que coja su cruz y me siga. No nos dice que cojamos nuestros bienes, nuestros talentos, nuestra valía y le sigamos. Nos dice coge tu cruz y sígueme. No sólo coger la cruz, es aún más exigente: "Niégate a ti mismo y sígueme"
No podemos servir a Dios y al mundo. Si ponemos nuestro corazón, sólo y exclusivamente en el mundo, difícilmente podremos seguir a Dios. Y no tenemos mucho tiempo, la vida es única, tenemos dos opciones: seguir a Cristo o seguir al mundo. Cuando llegue el final de nuestros días tenemos que dar cuenta de nuestra elección. No podremos en ese instante cambiar nada de nuestra vida, ya no habrá solución. Pero ahora si la hay, Dios nos recuerda con su Palabra, que nunca es tarde para volver a Él, para coger nuestra cruz y seguirle con amor.
No podemos servir a Dios y al mundo. Si ponemos nuestro corazón, sólo y exclusivamente en el mundo, difícilmente podremos seguir a Dios. Y no tenemos mucho tiempo, la vida es única, tenemos dos opciones: seguir a Cristo o seguir al mundo. Cuando llegue el final de nuestros días tenemos que dar cuenta de nuestra elección. No podremos en ese instante cambiar nada de nuestra vida, ya no habrá solución. Pero ahora si la hay, Dios nos recuerda con su Palabra, que nunca es tarde para volver a Él, para coger nuestra cruz y seguirle con amor.
Tomás Pajuelo Romero. Párroco.
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