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30/5/09

«Recibid el Espíritu Santo»

Domingo de Pentecostes

Lecturas: Hechos 2, 1-11 // Salmo 104 // 1ª Corintios 12,3-7.12-13 // Juan 20, 19-23

Representación de la venida del Espíritu Santo, en forma de lenguas de fuego, sobre la Virgen y los Apóstoles el día de Pentecostés. El Greco (1600)Es la gran fiesta del Espíritu Santo, es la fiesta de la presencia de Dios en nuestras vidas, es la fiesta de la fuente que sostiene, alimenta y nos hace saltar a la vida eterna. Es el rocío del Espíritu Santo en nuestros corazones.

Los apóstoles estaban reunidos en oración en compañía de la Virgen Santísima. Estaban acobardados por miedo a los judíos. Esperaban morir como había muerto Jesús y aunque habían constatado la resurrección de Cristo, habían podido comprobar que estaba vivo en medio de ellos. A pesar de todo esto sus corazones temblaban, eran temerosos.

Orando a Dios de repente un gran ruido, una presencia especial de Dios y lenguas como de fuego que se posan sobre sus cabezas. El Espíritu Santo inunda sus vidas, sienten como transforma sus existencias. Experimentan la presencia real del Espíritu divino en sí mismos. Es grandioso, Dios ha cumplido su promesa como siempre: "Os enviaré al Espíritu Santo".

Siempre pensamos que eso pasó con ellos y que nosotros no podemos vivir ese milagro. ¡Qué equivocados estamos! ¡Qué faltos de fe! Si nosotros abrimos nuestro corazón a la presencia del Espíritu Santo, Él transforma de raíz nuestras vidas. Cuántos santos y santas se han creído esto y han vivido movidos por el Espíritu Santo. Se han puesto a su disposición y ahora son modelos para nosotros.

El Espíritu sigue haciendo milagros como el de Pentecostés todos los días: cuando consagra el pan y el vino, cuando bendice un matrimonio, cuando perdona a un pecador, cuando bautiza a un niño... Son los milagros actuales del Espíritu, Él es el que guía, actúa y sostiene a la Iglesia. El Espíritu de Dios es el que consagra mis manos y la de todos las sacerdotes para bendecir, perdonar, santificar... No somos nosotros, es el Espíritu Santo el que actúa y por desgracia no somos capaces de verlo. ¿Realmente sentimos su presencia en nuestras vidas? ¿Somos conscientes que él es quién sostiene nuestra fe?

Si la creación podríamos unirla al Padre y la Salvación al Hijo, la Iglesia es la presencia y la obra del Espíritu Santo. Esa es la realidad misteriosa y santa de la Iglesia, no es una institución humana, es una presencia divina en nuestros días. Es Santa, es divina pero por estar formada por hombres y mujeres, también es pecadora. Vivamos la Gracia de Dios, el pecado ya lo experimentamos todos, es la vida de Gracia, la vida del Espíritu la que puede cambiar nuestra existencia. De verdad, os pido que levantemos nuestras miras, que no nos quedemos en la horizontalidad de nuestro mundo. Levantemos al cielo nuestras vidas y seamos conscientes que en Cristo y por la Gracia de su Espíritu podemos transformar nuestra existencia y podemos cambiar el mundo. Seamos más espirituales, mas santos, más llenos de Dios. Abrid vuestros corazones al Espíritu Santo de Dios.

Tomás Pajuelo. Párroco

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