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10/5/09

«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»

V Domingo de Pascua

Lecturas: Hechos 9,26-31 // Salmo 22 // 1 Juan 3,18-24 // Juan 15,1-8

Cristo, la Vid y los sarmientos. Copia contemporánea de un antiguo icono bizantinoQueridos hermanos y hermanas:

La Palabra de Dios que se proclama en este domingo es una llamada de atención a nuestra comodidad cristiana. Hemos proclamado en la carta de S. Juan: "hijos mios, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad." Son palabras de una tremenda claridad, podemos disfrazar nuestra apatia en la vida cristiana de muchas maneras: es imposible, mis pecados, no tengo fuerzas, es una utopía... muchos disfraces, muchas justificaciones pero la verdad es que el evangelio, la Palabra de Dios es viva y eficaz, es real como la vida misma y nos pide claramente coherencia de vida.

Empecemos por amar a los que tenemos más cerca: nuestras familias. ¿Cúantas veces en nuestras casas somos egoistas, intransigentes, faltos de paciencia...? ¿Cúantas veces nos han dicho lo bien que nos portamos en la Iglesia y cómo no portamos en casa? Es verdad, con los nuestros a veces somos un antitestimonio. Abusamos de la confianza y no nos esforzamos de la misma manera que con los de fuera de casa. Comencemos a marcarnos como objetivo en nuestra vida cristiana vivir el amor en nuestras familias. Amemos de palabra y obra a nuestras esposas y esposos, a nuestros hijos e hijas. Recemos juntos, hablemos de fe, no nos de miedo y reparo comunicar con palabras y hechos nuestra fe en Cristo Jesús. Empecemos a vivir nuestras familias como verdaderas Iglesias Domésticas en las que Jesús es el centro, en las que empapados del AMOR divino vivamos nuestro amor humano.

Dios es AMOR, y todo el que se une al AMOR, vivirá en el amor. Si nos dejamos llenar del amor de Dios veremos como ese amor rebosará por nuestros poros, por nuestras obras, por nuestras palabras, por nuestros hechos, por nuestras vidas.

El es la VERDADERA VID y nosotros los sarmientos. Cuando un sarmiento no da fruto, se seca, se corta y se quema.

Si nosotros estamos unidos a Cristo en la oración y los sacramentos daremos frutos de amor. Si vivimos friamente la oración y los sacramentos pues evidentemente no daremos frutos y nuestro testimonio cristiano será pobre.

Todos los domingos se nos ofrece la oprtunidad de particitar en la Eucaristía, de vivir honda y seriamente nuestro encuentro semanal con Aquel que sabemos que nos ama y poder así llenarnos de su amor para poder vivirlo en nuestra vida diaria.

Si el rato de la misa nosotros lo vivimos con fe, desde el silencio interior que nace de una profunda oración, con un sincero deseo de estar en la presencia de Dios. Viviendo el perdón, escuchando atentamente la Palabra, ofreciendo nuestras vidas en el altar, rezando los unos por los otros, COMULGANDO en Gracia de Dios para que Jesús se encarne en nuestra vida real. Así experimentaremos realmente que unidos al AMOR, viviremos en el AMOR.

Viviendo en Cristo seremos de verdad esos hijos de Dios que proclamamos con nuestras bocas y nuestras obras que amamos a Dios y tenemos un fe viva y vivificante.

Tomás Pajuelo. Párroco

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