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20/2/09

Catequesis sobre el Bautismo

El Bautismo de Cristo, por el GrecoEl Bautismo es un sacramento. Sacramento quiere decir un acto de consagración con una obligación derivada del juramento que el propio bautismo implica. El que se bautiza se vincula con Cristo en el sacramento del bautismo y con ello expresa que quiere conformar su vida con Cristo. Significa también la iniciación del creyente en el misterio de la vida y en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Es un sacramento por el que lavándonos con el agua e invocando a la Santísima Trinidad, se borra el pecado original. Es el fundamento de toda vida Cristiana y la puerta de acceso que nos abre los demás sacramentos.

Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia. El Bautismo, además de lavar el pecado original, perdona cualquier otro pecado personal que tuviere el que se bautiza, si recibe el bautismo después de tener uso de razón.

Este sacramento recibe el nombre de bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: Bautizar sigifica "sumergir", "introducir dentro del agua"; la inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al neófito en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él como una nueva criatura. Por el Bautismo nacemos a una nueva vida, a la vida de la gracia, a la vida de la fe.

El agua del Bautismo, fecundada por el Espíritu Santo, se entiende también como seno sagrado desde el cual son regeneradas las personas. La imagen del nuevo nacimiento ilustra un aspecto esencial del Bautismo. En el Evangelio de Juan, Jesús dice a Nicodemo: "Si uno no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios" (Jn 3, 3). El nuevo nacimiento significa el bautizado recibe una nueva identidad. Su vieja identidad biológica estaba condicionada por factores naturales. El nuevo nacimiento del Espíritu te regala la libertad.

En el bautismo el bautizado renace a la vida eterna y, por tanto, es divinizado. Ya no es carne, ya no es frágil y débil, sino que es espíritu, es decir, participa de la inmortalidad y de la eternidad de Dios. Esta vida divina no se puede ver, sólo se puede creer en ella.

Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha celebrado y administrado el Bautismo. Por eso San Pedro declara a la multitud conmovida por su predicación: "Convertios y que cada uno se haga bautizar en el nombre de Jesucristo para la remisión de vuestros pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2, 38). Los Apóstoles y sus colaboradores ofrecen el Bautismo a quien crea en Jesús.

Según el Apóstol San Pablo, por el Bautismo el creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita con Él. Los bautizados se han revestido de Cristo. Por el Espíritu Santo, el Bautismo es un baño que purifica, santifica y justifica. El bautismo es la inserción en la comunidad de la Iglesia. El cristiano vive siempre en relación; aprende la fe por medio de los demás; experimenta en la comunidad de los creyentes lo que es el misterio de la vida.

Emiliano Nguema. Vicario parroquial


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