Todos estamos acostumbrados a rezar diariamente nuestras oraciones pero estamos tan agitados con tantas actividades que muchas veces lo hacemos de una manera distraída y nos queda la sensación de que no le estoy dando al Señor todo lo que desearía darle.
El Señor dice: "cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto" (Mateo 6, 6). Es preciso y necesario buscar cada día un ratito de quietud, apartar de nuestra mente todas las preocupaciones para dejar en nuestro corazón un hueco para que el Señor pueda entrar y podamos hablar con Él sintiéndolo muy dentro. Cuéntale tus proyectos, tus inquietudes, tus alegrías, es tu Padre y te ama.
El Señor dice: "cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto" (Mateo 6, 6). Es preciso y necesario buscar cada día un ratito de quietud, apartar de nuestra mente todas las preocupaciones para dejar en nuestro corazón un hueco para que el Señor pueda entrar y podamos hablar con Él sintiéndolo muy dentro. Cuéntale tus proyectos, tus inquietudes, tus alegrías, es tu Padre y te ama.
Dios envió a su Hijo al mundo para que nos mostrara el verdadero Rostro de Dios. Para que nos dijera que Él es un Padre amantísimo, que nos mima como lo hace el padre más cariñoso de este mundo. Nos quiere por la única razón de que somos sus hijos y nos ha creado por amor. Quiere que seamos felices. No nos quiere de una manera interesada, ni para que seamos buenos ni porque seamos buenos; nos quiere sin un porqué. Un hijo que tiene un Padre que tanto le ama seria un ingrato si no respondiera con amor.
Ya en el Antiguo Testamento, Dios me dice: "los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer" (Oseas 11, 4). ¿Cabe más ternura en un padre que la que Él nos muestra?.
Viendo como nos quiere nuestro Padre, hagamos el propósito de dedicarle un ratito de oración en soledad y en quietud. Para ello podemos empezar cogiendo una oración o un salmo que a nosotros nos diga mucho, la leemos despacio, muy despacio, sintiendo con todo el corazón lo que estamos leyendo y haciendo mías esas palabras.
Os sugerimos algunos textos que podrían serviros para hacer esta oración: Isaias 41, 8-20 ; Oseas 2, 16-25; Josué 1, 1-9; Salmos 16 - 23 - 25 - 27.
Ya en el Antiguo Testamento, Dios me dice: "los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer" (Oseas 11, 4). ¿Cabe más ternura en un padre que la que Él nos muestra?.
Viendo como nos quiere nuestro Padre, hagamos el propósito de dedicarle un ratito de oración en soledad y en quietud. Para ello podemos empezar cogiendo una oración o un salmo que a nosotros nos diga mucho, la leemos despacio, muy despacio, sintiendo con todo el corazón lo que estamos leyendo y haciendo mías esas palabras.
Os sugerimos algunos textos que podrían serviros para hacer esta oración: Isaias 41, 8-20 ; Oseas 2, 16-25; Josué 1, 1-9; Salmos 16 - 23 - 25 - 27.
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