Rogatorias

Buscar...

Categorías

Archivo de noticias

5/10/08

Parábola de los labradores malvados

Domingo XXVII del tiempo ordinario, 5 de octubre.

Lecturas: Isaías 5, 1-7 // Filipenses 4, 6-9 // Mateo 21, 33-43

Jesús predicando a sus discipulosEscuchamos hoy la parabóla de los malvados viñadores que alquilaron la viña de un señor. Es un relato que nos estremece por su crueldad, por la ambición y egoismo de aquellos arrendatarios y por su falta de escrúpulos.

Pero es una parábola que Jesús usa para referirse a Él mismo. Pensemos en lo siguiente: La viña es el mundo. El Señor Dios Creador. Los viñadores la Humanidad que ha sido puesta para hacer fructificar al mundo. Los criados todos los profetas y enviados de Dios en el Antiguo Testamento. El heredero Jesucristo.

Haciendo este reparto de personajes, la parábola nos implica. Dios ha creado el mundo, lo ha puesto en nuestras manos para que produzca frutos de amor, de bien, de humanidad, de fraternidad... Pero la historia de la humanidad no concuerda con este mandato de Dios. Más bien hemos producido frutos de guerras, odio, división, pobreza, rencor,etc...

Dios apenado por esto, fue enviando a lo largo de muchos años profetas y patriarcas que nos recordaban nuestra obligación de dar frutos buenos. La humanidad los mató, los azotó, los apedreó... Llegado el momento culminante Dios decidió, por amor, mandar a su propio Hijo, pensando que en Él creería la humanidad, que le haría caso, que respetaria su condición de Hijo de Dios. Pero el resultado fue todo lo contrario, lo mataron, lo crucificaron.

Ahora nosotros seguimos teniendo alquilada la viña, sabemos que tenemos que hacer, pero seguimos sin hacer caso al Señor de la viña.

Cuando llegue el final de nuestros días ¿Qué tendrá que hacer el Señor de la viña con estos viñadores?

Hermanos pensemos por un momento la gran responsabilidad que tenemos en nuestras manos. Que nos estamos jugando nuestro futuro, la posibilidad de vivir la Salvación. Que cada día que pasa y que seguimos desobedeciendo al Señor ese ya es irrecuperable, ese ya ha pasado y al final se nos acabara el tiempo del alquiler y tendremos que dar cuentas de nuestro arrendamiento.

Dios nos pide frutos de buenas obras, nos da el alimento necesario para darlos, nos ayuda para que lo podamos conseguir pero hace falta que nosotros queramos, que tomemos en serio nuestra responsabilidad como cristianos. Quizás serán otros los que se merezcan vivir la gloria. Tendremos que trabajar duro para que este mundo sea la Viña que Dios plantó y quiso que fuera el hogar entrañable para todos los hombres. La vida de un cristiano no puede pasar mano sobre mano, tenemos que trabajar fuerte para transformar este mundo para hacerlo habitable y querido para todos. No podemos seguir indiferentes ante el sufrimiento humano, no podemos seguir haciendo oidos sordos a nuestras obligaciones de fe, no podemos celebrar al Señor sin celebrar al hermano. Que pena si al final de nuestros días el Señor piense de nosotros que somos como los labradores malvados de la parábola, que Él nos dio todo para que fuesemos felices y que por nuestro egoísmo y nuestra ambición vivamos totalmente alejado de su voluntad.

Tomás Pajuelo Romero. Párroco.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Desde la afinidad o la discrepancia, pero siempre con respeto, te animamos a participar.

Por unas mínimas bases de hermandad, afecto y consideración, los comentarios anónimos inapropiados serán borrados.