Tras varias semanas de interrupción continuamos esta serie de artículos que pretenden ser un reflejo de los temas que se han ido tratando en las catequesis de primera comunión semana a semana.
En estas últimas sesiones hemos tratado de profundizar en el sacramento de la Eucarístia, que en pocos meses los niños van a recibir.
En estas últimas sesiones hemos tratado de profundizar en el sacramento de la Eucarístia, que en pocos meses los niños van a recibir.
Así, les explicamos:
Aunque se ha tratado de explicar todos los aspectos ‘doctrinales’ que los niños deben de conocer para recibir la primera comunión, hemos querido hacer hincapié sobre lo que significa para nuestra vida como cristianos este misterio eucarístico.
Cristo se ha querido quedar con nosotros, y lo ha hecho bajo la más humilde de las formas, el pan y el vino. Lo tenemos a nuestra disposición en el sagrario de cualquier iglesia, y pasamos en ocasiones delante de un templo y no tenemos siquiera la deferencia de entrar a saludar al Señor, darle gracias por su amor, por cómo nos protege,...
En este contexto les explicamos a los niños la importancia de corresponder a Cristo, por el amor que Él nos da, de todas las formas que podemos: la Misa dominical, visitas al Santísimo en el sagrario, la comunión frecuente a partir de nuestra primera comunión (que como su propio nombre indica es sólo la primera y no la última), etc. Dios nos da un verdadero tesoro en la Eucaristía y tenemos que ser capaces de valorarlo y amarlo.
Es fundamental el papel que tenemos los padres y madres de los niños de estas edades en el fomento de ese amor a la Eucaristía, que les acompañará durante toda su vida. Nos preocupamos de que nuestros hijos estudien y que realicen todo tipo de actividades complementarias; y en muchos casos descuidamos una parte principal de su ser: su alma. La Eucaristía, pan de vida, es el alimento que su vida espiritual necesita para funcionar. El amor a Cristo sacramentado es el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos.
- porqué celebramos la Santa Misa los domingos,
- cómo recordamos en la Eucaristía que Jesús murió y resucitó por nosotros,
- cómo Dios nos transmite su palabra a través de las lecturas que hacemos de la Bíblia durante la Misa,
- cómo recibimos (y ellos pronto recibirán) al propio Jesucristo realmente presente en el pan y vino consagrados,
- porqué nuestra vida espiritual necesita de ese alimento, el Pan de la Vida, para ayudarnos a crecer en la santidad a la que hemos sido llamados; y finalmente,
- cómo Jesús ha querido quedarse con nosotros por Amor en la Eucarístía, para que podamos acudir a Él siempre que lo necesitemos.
Aunque se ha tratado de explicar todos los aspectos ‘doctrinales’ que los niños deben de conocer para recibir la primera comunión, hemos querido hacer hincapié sobre lo que significa para nuestra vida como cristianos este misterio eucarístico.
Cristo se ha querido quedar con nosotros, y lo ha hecho bajo la más humilde de las formas, el pan y el vino. Lo tenemos a nuestra disposición en el sagrario de cualquier iglesia, y pasamos en ocasiones delante de un templo y no tenemos siquiera la deferencia de entrar a saludar al Señor, darle gracias por su amor, por cómo nos protege,...
En este contexto les explicamos a los niños la importancia de corresponder a Cristo, por el amor que Él nos da, de todas las formas que podemos: la Misa dominical, visitas al Santísimo en el sagrario, la comunión frecuente a partir de nuestra primera comunión (que como su propio nombre indica es sólo la primera y no la última), etc. Dios nos da un verdadero tesoro en la Eucaristía y tenemos que ser capaces de valorarlo y amarlo.
Es fundamental el papel que tenemos los padres y madres de los niños de estas edades en el fomento de ese amor a la Eucaristía, que les acompañará durante toda su vida. Nos preocupamos de que nuestros hijos estudien y que realicen todo tipo de actividades complementarias; y en muchos casos descuidamos una parte principal de su ser: su alma. La Eucaristía, pan de vida, es el alimento que su vida espiritual necesita para funcionar. El amor a Cristo sacramentado es el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos.
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