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4/1/09

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros

Una fotografía del Sagrario de nuestra ParroquiaDomingo II después de Navidad

Lecturas: Eclesiástico 24, 1-2.8-12 // Salmo 147 // Efesios 1, 3-6.15-18 // Juan 1, 1-5.9-14

Este domingo volvemos a sumergirnos en la grandeza de los misterios que estamos celebrando. Estos días con las fiestas, los jaleos, el ajetreo de las cenas, comidas y regalos posiblemente hemos vivido un poco dispersos la venida de Nuestro Salvador. Este domingo nos invita la Iglesia a meditar desde el silencio y la oración profunda el misterio de la Encarnación. El Evangelio de San Juan que escuchamos hoy y la lectura de la carta de S. Pablo a los Efesios nos ponen frente a la Realidad más cruda y real de la Navidad: "LA PALABRA SE HA HECHO CARNE Y ACAMPA ENTRE NOSOTROS".

Pensemos por un momento esta frase, meditemos la grandeza de estas palabras. Hemos sido elegidos en la persona de Cristo para ser santos e irreprochables ante Dios por el AMOR. Elegidos personalmente por Dios a ser sus hijos. Dios hecho hombre para que el hombre pueda vivir a Dios. Desde nuestro bautismo, somos miembros reales del Cuerpo de Cristo. Pertenecemos a El y en el recibimos la Gloria del Padre que nos ilumina para que vivamos cada día cerca de él y de los hermanos.

San Ignacio, nos indica en sus ejercicios la manera de "meditar" el Misterio de la Encarnación, él nos dice: ante el portal de Belén vivamos la grandeza del Dios hecho hombre, contemplemos a DIOS en el niño de Belén. Entremos en el portal, contemplemos la pobreza del portal, la paja, los animales. Los primeros que adoraron, aquellos pastores, aquellos que en medio de su trabajo fueron al portal. Guiados por los ángeles se postraron ante Dios.

Mirad, Dios está cada dia en la humildad de la Sagrada Forma. Él está en el Sagrario, en la pobreza del pan y el vino. Aquellos pastores creyeron a los ángeles y vieron en aquel niño al Hijo de Dios. Lo adoraron y le entregaron presentes. Nosotros también sabemos que Cristo está en la Eucaristía, en el Sagrario, nos pide que vayamos a adorarlo, a poner a sus pies nuestras vidas. ¿Cómo vivimos nuestra adoración Eucarística? ¿Somos conscientes que en nuestro Sagrario de la Parroquia está, verdaderamente presente Jesucristo?

Me imagino que aquellos pastores cuando los ángeles le anunciaron que había nacido el Mesías, el Salvador, se imaginarían un palacio, guardia real, riqueza. Se encontraron un portal, paja, animales y pobreza. Pero, se lo habían dicho los ángeles y aquel niño era Dios. Se postraron, lo adoraron, le entregaron regalos.

Dios nos dice: El que come mi carne y bebe mi sangre, ese está en mí y yo en él. Dios está en el Sagrario, nos cuesta creerlo, como a los pastores al ver el portal. Pero como ellos postremos nuestras vidas ante Jesús Sacramentado. Adoremos a Cristo en el Sagrario. Una cosa pido al Señor para este año nuevo: que cada uno de los cristianos miembros de la comunidad parroquial del Beato Álvaro cuando entren en la iglesia, se pongan de rodillas y recen, adoren, amen a Cristo en el Sagrario. Que al entrar recordemos que es un lugar santo, porque en el vive el Santo de Dios.

Que nunca pasemos por la puerta de la Iglesia y no entremos a visitar al Señor en el Sagrario. Como párroco os tengo que decir que son muchos los que cada día al ir a la compra, al trabajo, a resolver cualquier asunto y pasan por la iglesia entran y durante unos minutos adoran al Santísimo en el Sagrario. Hacen la visita al Señor. La visita nuestro Dios. Que nunca el Señor esté solo en el Sagrario, que todos lo adoremos. Que no pasemos delante del Sagrario como el que pasa por una caja de metal. Es la morada del Señor. Alli está Dios, está la Palabra hecha carne. El mismo que nació en Belén está ahora en el Sagrario y nos espera.

Tomás Pajuelo. Párroco


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