Lecturas: Isaías 60, 1-6 // Salmo 71 // Efesios 3, 2-3a.5-6 // Mateo 2, 1-12
La solemnidad de la Epifanía del Señor, es la fiesta de mayor antigüedad de la liturgia católica. Puede paracer extraño, pero la Iglesia celebró antes la Epifanía que la misma Navidad. ¿Por qué? muy sencillo, la palabra epifanía significa en griego Manifestación, exposición, mostrar algo grande. Algo así como Exposición Universal. El pueblo de Israel tenía conciencia clara de que Dios les había prometido que nacería el Mesías. Ellos creian firmemente, y lo siguen creyendo ahora, que de su pueblo nacería el mesías , el salvador. Pero que esa salvación sólo alcanzaría al pueblo de Israel. Que el mesias libraria al pueblo de toda opresión y que derrotando y destruyendo a los demás pueblos, sometidos al pueblo elegido se instauraria el reino de Dios en la tierra.
Frente a esta concepción totalmente reductiva y particularista de la salvación, la Iglesia y los Apóstoles predican el Reino de Dios, que ha traido Cristo, Reino de Salvación Universal, Salvación que es para todas las naciones, para todos los hombres y mujeres del Mundo que crean en Jesús y vivan el Evangelio.
Podeis comprender la importancia de esta solemnidad, que significa la manifestación gloriosa de Cristo, el Mesías, a todos los Pueblos representados en los tres Reyes Magos. Reyes de pueblos totalmente distintos a Israel, que han conocido el nacimiento del Hijo de Dios y vienen a adorarle, a postrarse ante Él. Reyes, pueblos de toda la tierra, cargados de regalos a los pies del Mesías. Como hemos escuchado en la primera lectura.
Es fácil comprender el caracter universal de esta fiesta, ha nacido la LUZ del mundo, que viene a iluminar los corazones de toda la humanidad.
Fijaos en la fe de los Reyes Magos, ven un signo en el cielo, se ponen en camino, recorren un largo trayecto, preparan regalos y cuando llegan a Belén se encuentran a José, María y el niño Jesús en un pesebre. Recorrer ese camino para adorar a un niño en un establo, y ese niño es el Hijo de Dios, el Salvador.
Lo lógico es pensar que ellos esperarían a un hijo de rey, en un palacio, con soldados, con toda clase de presentes y regalos. Se encuentran a Jesús en la más absoluta pobreza y se postran de rodillas y lo adoran. Su corazón sabe bien que aquel niño era Dios, el Salvador.
Nosotros hemos sido convocados en estas fiestas a celebrar el nacimiento de Dios, hemos recordado que en Belén nace el Hijo de Dios, el Mesias , el Salvador. ¿nos postramos con la misma fe que los Reyes Magos? Ellos guiados por la luz de la estrella recorrieron un largo camino para adorar a Dios, nosotros iluminados por la Luz de Cristo, debemos caminar el camino de nuestra vida adorando, bendiciendo y entregándonos a Jesús. Como los Reyes Magos, en nuestro camino habrá dificultades, dias mejores y peores, peligros y problemas, sufrimientos y alegrias pero cuando se tiene clara la meta, todo se supera, todo merece la pena para ponerse en la presencia de Dios.
Los Reyes Magos llevaron a Jesús: Oro, signo de todas las dignidades materiales puestas a los pies del Señor, Incienso signo de todas las oraciones y la fe de los pueblos y Mirra como muetra de nuestra debil humanidad que se pone a los pies del Mesias.
Pido a Dios que nosotros pongamos hoy a los pies del Señor nuestra fe, nuestra humanidad y nuestras dignidades humanas para que el las transforme en una vida de Salvación. Pido también al Señor que todos los niños y niñas que en este día se ven colmados de regalos reciban también el mayor regalo de sus padres: una fe coherente y vivida en alegria y en familia.
6/1/09
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Tomás Pajuelo. Párroco
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